Antonio Rodríguez Fernández, gerente de la Asociación navarra de Empresas de Ingeniería, Oficinas Técnicas y Servicios Tecnológicos (ANAIT) y del Colegio de Graduados en Ingeniería Ramas Industriales e Ingenieros Técnicos Industriales de Navarra (CITI Navarra) analiza en este artículo de opinión el papel fundamental de la ingeniería en el actual contexto económico propiciado por el Covid-19.
La crisis del COVID-19, que irrumpió de golpe y sin avisar en una comunidad que ‘disfrutaba’ de un crecimiento moderado en los últimos años, ha revolucionado la sociedad, el mercado y sus diferentes sectores. Para los ingenieros de ramas industriales, profesionales transversales presentes prácticamente en todas las áreas productivas, el impacto de este tsunami ha sido desigual según campos de actividad.
Una de las muchas lecciones que nos está dejando esta crisis es que todas las profesiones, en un grado u otro, son esenciales. También los ingenieros, que han demostrado su solidaridad, ingenio y capacidad para solucionar problemas: Han fabricado mascarillas y respiradores; han garantizado la seguridad de los hospitales; el funcionamiento de las instalaciones de energía, distribución de agua, alumbrado público; y la logística de cadenas de suministros, transporte o distribución de bienes, entre otros. Nuestros profesionales están presentes en la mayoría de las empresas navarras y tienen una alta empleabilidad, ya que aportan conocimiento técnico y mucha polivalencia.
Si atendemos a las vacantes publicadas en el mes de mayo en la plataforma líder de empleo a nivel nacional, Ingenieros y Técnicos es el sector que más trabajo generó en Navarra (un 19%). También el portal de empleo de CITI Navarra, www.ingenioenred.es, (que cuenta con más de 5.000 usuarios activos) ha gestionado alrededor de 140 ofertas en este primer semestre del año, 70 de ellas para puestos en la Comunidad foral. Durante todo 2019, la plataforma gestionó la contratación de 500 ingenieros y recibió 2.700 candidaturas. Y aunque este año acabará, previsiblemente, lejos de esas cifras, el escenario invita al optimismo.
Los datos demuestran, una vez más, lo que ya sabíamos: que la ingeniería es una profesión con presente y con mucho futuro; que tenemos a los mejores ingenieros con una alta capacidad para adaptarse, pero que necesitamos más perfiles técnicos y nuevas vocaciones, que deberán estar, además, en permanente actualización. En este punto es importante subrayar la necesidad de acabar con la brecha de género que existe en las aulas de las carreras técnicas y atraer a las mujeres hacia este sector.
Los cambios tecnológicos se han acelerado a raíz de esta crisis. La automatización industrial, la inteligencia artificial, el teletrabajo y la consiguiente digitalización han emprendido un camino sin retorno. Y los graduados en ingeniería de las ramas industriales, así como los profesionales de FP, será uno de los colectivos clave en la evolución de los nuevos desarrollos. La implementación de las tecnologías en todo tipo de sectores y actividades hace que su presencia sea imprescindible.
Ante este nuevo escenario es conveniente plantear un Plan Industrial para Navarra (con nuestra disposición permanente para aportar y colaborar) que diversifique el peso de sus diferentes sectores y que tenga en cuenta, además, la importancia del autónomo, de las pymes y micropymes, que representan al 95% de nuestro tejido industrial. Para ello, es importante rebajar la presión fiscal y ayudar en la financiación de proyectos.
Estas pequeñas empresas deberán apostar por aumentar su competitividad, no solo creciendo en tamaño, sino también colaborando con otras. ¿Cómo? Con la confianza como clave del proceso. La Asociación Navarra de Empresas de Ingeniería, Oficinas Técnicas y Servicios Tecnológicos (ANAIT) lleva cerca de tres años trabajando en este campo de la cooperación, que tiene en su ADN, y ahora más que nunca apuesta firmemente por las sinergias y los equipos multidisciplinares para que sus empresas accedan a proyectos más ambiciosos.
Las profesiones cada vez están más especializadas y se necesitan las unas a las otras. Porque, aunque en un principio pueda parecer que la COVID-19 nos ha separado, la distancia es solo física. Las posibilidades que ofrece la digitalización, entre ellas las reuniones por videoconferencia que ya celebramos de forma masiva cada día, nos están acercando y facilitando la comunicación continua.
Nuestro mercado nunca había cambiado tanto en tan poco tiempo. Todos nos estamos adaptando a esta ‘nueva normalidad’ y trabajando para lograr de nuevo un escenario estable, que retenga todo el talento que existe en Navarra. No me cabe duda de que así será. Entre todos. Porque a este virus lo estamos parando unidos y unidos volveremos a crecer.